Claro que el Moco nos dió um gran susto. Se metió en el água y em la mitad de su nado,
al médio de la laguna, se perdió água abajo.
Pero cuando otros dos compañeros, que nadan bien, se iban a
tirar al água para buscarlo, increíblemente el salió a la orilla, com la
máquina fotográfica intacta.
Bien, despues del susto la
bonanza. Nos animamos a la subida, pero notamos que una buena parte de
la motaña habia caído al rio, dejandonos a la vista providenciales peldaños, casi
horizontales y de áspera superfície, em la parte mas baja. Ya no era asi em la
parte mas alta de la montaña, donde los peldaños eran mas gruesos, estaban
distantes entre si, y, por consiguiente, nos iban a dificultar mucho la subida.
Como ese era, en la verdad. el único y mejor camino para
escalar la sierra en ese local, reunimos nuestras fuerzas y comenzamos la dura tarea de subir.
En partes, Éramos como que equilibristas de circo y en otros
lugares teníamos que dislocarnos como víboras sin levantar el cuerpo para no
cayer.
Asi, con todos esos percanzes, llegamos, finalmente , a la
parte mas alta de la sierra, en aquel punto. La vista de la selva, a los 360®, era cualquier cosa de excepcional, pues la montaña se elevava
por encima de la floresta de modo que teníamos una visón privilegiada que, com
certeza, mucho poca gente ya tuvo la suerte de disfrutar.
Los montículos que hacian con que el viento pase con un
enorme susurro, nos recordo la Sierra de la Mesa, em Cape Town, la bella ciudad
entre la montaña y el mar, en àfrica del Sur, justo donde se unen los oceanos
Atlantico y ìndico, bien en la curva del Continente Africano, donde el viento
es tan fuerte que nos empuja y frena, y que en la época de las descubiertas,
ciertamente, naufragó muchos buques.
Nos vino también a la memória la sobérbia montaña de Masada, que queda en Israel, cerca del Mar
Muerto, en cuya ortra orilla comienza Jordánia. Es una montaña muy alta en el
desierto y que vivió un masacre de gente
que allá se escondia, en la ápoca del rey Heródes.
Bien, andamos un poco
mas y en una canaleta bien ancha, donde se veían claramente los afloramentos de
rocas sedimentares y metemórficas, veíamos que del suelo brotaba a los
borbotones, el água que, en poco tiempo mas, sierra abajo, habria de formar el
caudaloso rio que corria al lado de los campamentos. sólo podíamos agradecele a
Dios por permitirnos está oportunidad, que con certeza, muy poca gente ya
vivió.
Un trueno seco nos sacó de esa linda divagación y sirvió para
recordarnos que ya estábamos en médio de la tarde, que aún teníamos que bajar
de la montaña y reunirnos con parte de la gente que nos esparava al pié de la
sierra.
Y así fué, bajamos cayendonos y levantandonos, y cuando por
fin llegamos al pie de la montaña, una fuerte llúvia no soprendió, de forma que
tuvimos primero que esperar que el aguacero pase para comenzar nestro rretorno.
Enquanto esperávamos que la llúvia pase, nos acordamos que el
camino en tierra seca, con la fuerte llúvia, estaba mas resbaladiza que un jabón, de forma
que una resbalada podrira resultar en un sério accidente y para el cual no
estábamos preparados, logicamente, de manera que optamos volver por la cauce
del rio, por lo menos era un camino mas seguro. Y así lo hicimos, tan luego
paró de llover.
Pero si esperamos que pase la llúvia, no pudímos detener la
llegada de la obscuridad de la noche que nos sorprendió en el rio. El paso, de
tantos hombres de botas de goma y las
patas del burro por el água, produzian el fuerte y ritmado ruído que se perdió tan luego cayó nueva
luvia que se abatia fuerte en las hojas de los árboles.
Fué asi que perdimos el senso espacial del grupo y de ese
punto en delante, andamos como que solos. Fué cuando, por ser la noche muy
obscura, que me choque, con fuerte impacto, con un grueso tronco de árbol que
estaba cruzado en el rio. El choque fué tan violento que me arrojó de espaldas,
fué allá que perdí mi morral y fui
arratrado por las águas, sin poder hacer nada.
Mas adelante sentí que caí en un enorme hueco de água, fuí
proyectado en caída libre, algo como 20
metros, de manera que cuando toqué el água submergí por otro tanto. Pero lo
peor vino luego, pues cuando subia a la superfície, ya sin fuerzas para
respirar, y aún dentro del água, recibí fuerte el impacto de un pedazo de
tronco, que me dió fuerte choque en la cabeza, y que en condiciones normales,
ciertamente me habria lesionado sériamente el pesquezo, de forma que fuí
nuevamente para el fundo del água, subiendo ya cási desmayando por falta de
ayre. Sabia que tenia que nadar rápidamente hasta la orilla, antes que un nuevo tronco me partiese em mil
pedazos, aún cuando por la obscuridad, no veia nada.
Lo hice así, y cuando llegué, yo pienso que a la orilla del
rio, una fuerte ola me arrojó a lo alto, donde me agarré en raizes y plantas
del barranco.
Despues que el rio
recobró su nivel, quedé agarrado en el barranco, a esa altura era lo mas seguro,
puesto que el água llevava piedras y partes de árboles que podrian causarme
lesiones peligrosas o matarme.
Fué entonces que vi que habia perdido la bota del pié
derecho. Pero lo que en ese momento importaba era que yo estaba vivo y ahora tenia solamente que
esperar que el dia llegase para ver que iria hacer. Claro que ya estaba
bastante herido, la sangre que bajó de mi cabeza se cuaguló en el rostro que
estaba muy hinchado Eso todo, seguramente podrá leerlo en el próximo relato.
Nos vemos pues!
HUGOALBERTO CUÉLLAR URIZAR
É Cineasta,
Jornalista e escritor, é diretor técnico
da Produtora
Sudameris em Osasco-SP
sudamerisosasco@hotmail.com
Olá Gostei da sua narrativa e estou acompanhando!Tenho um Projeto na area Cultural gostaria da sua participação
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